Guillermo Fernández_Valor Óptimo EAFI
En un contexto de tipos de interés próximos a cero como el actual, la gestión de carteras es especialmente comprometida para los perfiles más conservadores ya que, más que nunca, es necesario asumir un riesgo específico para lograr una rentabilidad positiva. La remuneración de realizar una imposición a plazo y, en consecuencia, asumir cierto riesgo de insolvencia bancaria o comprar riesgo soberano en el mercado monetario mediante una Letra del Tesoro, apenas ofrecen una remuneración del 1% que si bien, en ausencia de inflación, supone una revalorización real del patrimonio, la ganancia puede parecer escasa.
Con estas premisas, el inversor debe ser consciente de que es necesario asumir otro tipo de riesgos: o bien estar expuesto a subidas de tipos de interés (mediante la inversión en renta fija con duración), o bien que la rentabilidad de su cartera esté vinculada al ciclo económico (en sus dos vertientes, a través de deuda o la participación en el capital de las compañías).
El activismo de los principales bancos centrales durante los últimos años no se ha limitado a reducir los tipos de interés, sino que sus medidas no convencionales han derivado en un entorno de abundancia de liquidez que ha ido minimizando progresivamente la remuneración del riesgo duración y de los diferenciales de crédito de la deuda corporativa. La reacción natural del inversor ante este escenario es un incremento de la exposición a renta variable pero, ¿qué puede hacer un cliente conservador cuya tolerancia a la volatilidad es limitada?
Ante esta disyuntiva planteamos dos posibles alternativas:
Renta fija convertible: Consiste en un híbrido entre renta fija y renta variable pero con cierto grado de convexidad, lo cual supone que este tipo de activo captura mejor las revalorizaciones bursátiles que los escenarios adversos. Además, los bonos convertibles también están expuestos a la evolución de los tipos de interés y la volatilidad implícita, pero el principal catalizador de su evolución es la renta variable y por eso planteamos este activo como una vía interesante para aprovecharse de un rebote bursátil sin que la volatilidad de la cartera sea demasiado elevada.
Esta tabla del M&G Global Convertibles Fund sirve como ejemplo más gráfico de los factores que determinan la rentabilidad de un convertible y de cómo estos bonos capturan asimétricamente las variaciones de la renta variable:
Fondos de renta variable con baja volatilidad: Existen fondos que invierten en renta variable pero cuya volatilidad es menor que la del mercado. Esto se debe a que no son fondos “full invested” y mantienen un porcentaje importante de su cartera en liquidez. Como ejemplos de esta estrategia tenemos el Cartesio Y en RV Europa o GAM Star Global Selector con un perfil más global. Por último, también conviene citar el fondo Pioneer European Target Equity Income, un fondo de bolsa europea que reduce su volatilidad vendiendo opciones sobre las acciones que tiene en cartera, una estrategia que limita su potencial alcista pero le sirve de colchón en los episodios de sobreventa.